¿Qué hacer cuando no tienes ideas?

No tener ideas no significa que no seas creativa. No te define. No te invalida. Solo significa que tu cabeza, en ese momento, necesita silencio, pausa o aire. Que está saturada, cansada, confundida… y está bien. En este post quiero hablarte desde ese lugar incómodo donde no aparece nada, donde miras la pantalla y solo ves ruido. Donde el cursor parpadea como si te exigiera respuestas que no tienes. Lo he vivido muchas veces, y lo sigo viviendo. Y con el tiempo, he aprendido a no pelearme con ese vacío, a no forzarlo. A convivir con él como parte del camino.

Ese silencio, aunque moleste, puede ser fértil. Pero solo si dejas de verlo como enemigo. Muchas veces no es que falten ideas, sino que hay demasiadas cosas dentro y no sabes por dónde empezar. O lo que bloquea no es la ausencia de creatividad, sino la presión de tener que demostrarla. La urgencia constante por ser brillante, original, efectiva. Por eso, en este post te comparto formas de gestionar ese vacío desde otro lugar: no desde la exigencia, sino desde la escucha. Desde el respeto al ritmo real, al cuerpo, a la mente.

Te invito a cambiar de ritmo: salir a caminar sin auriculares y dejar que el entorno te diga algo, volver a leer tus propios proyectos antiguos y darte cuenta de cuánto has crecido, escribir sin estructura ni propósito solo para soltar nudos, o simplemente parar. Hacer nada. Sentarte. Respirar. Porque no todo se resuelve pensando más. A veces, se resuelve soltando el control. Dejando de presionar, dejando espacio. La inspiración, al final, no se empuja. Se permite. Y muchas veces llega justo cuando te rindes a no buscarla.

“Descubre el arte de pensar diferente.”

No hay ideas