La creatividad también se bloquea. Aunque parezca que debería estar siempre encendida, no funciona así. Hay días en los que sientes que no hay nada dentro, que todo lo que haces suena igual, se ve igual o directamente no fluye. Y eso frustra. Mucho. Pero como cualquier músculo, la creatividad también necesita moverse para activarse. No siempre aparece de golpe, muchas veces se enciende poco a poco, a medida que le das espacio, estímulos y permiso para fallar. En este post te propongo cinco ejercicios sencillos y rápidos para romper con esa sensación de estancamiento, sin necesidad de buscar el proyecto perfecto o la idea brillante.
No son recetas mágicas, ni ejercicios complejos. Son pequeñas acciones que te sacan del sitio en el que estás estancada, que te invitan a pensar desde otro ángulo, a jugar sin presión, a experimentar sin filtro. Son una excusa para volver a ti desde el hacer, no desde el pensar. Porque muchas veces, lo que bloquea no es la falta de ideas, sino la presión por tenerlas y por hacer algo que esté “bien”.
Son ejercicios que funcionan porque no exigen resultados. Porque la clave no está en llegar a ningún sitio concreto, sino en moverse. Dibujar con la mano no dominante, rediseñar un objeto absurdo, inventar un logotipo imposible o construir una historia a partir de cinco palabras aleatorias. El objetivo no es que salga algo bueno, sino que algo se mueva dentro de ti. Que te rías, que falles, que juegues. Porque la creatividad también necesita ligereza para volver.
Muchas veces, cuando dejas de exigirle tanto a tu creatividad… ella vuelve sola. Más tranquila, más auténtica, más libre.